miércoles, 4 de agosto de 2010

Esto no es cuento, aunque parezca ficción.

Recuerdos de Tandil
Como empezar. Si, definitivamente, por el principio. Quizás sueno a porteña total, tipo que nada no? Pero no… nací, a temprana edad, (gracias Groucho), como todo el mundo. Y aunque mi acento es espantosamente de aquí, nací en el otrora pueblo de Tandil. Muy pueblo por aquel entonces, donde todos se conocían, (tal vez demasiado para mi gusto) y donde con solo dar un giro a la esquina, eras la comidilla de alguna chusma aburrida. Demás está decir, que fueron años inolvidables. De movida y esto dirigido a los más jóvenes, por aquel entonces, no existían las computadoras y mucho menos internet, y mucho menos un teléfono celular… Así como lo oyen. Conseguir un teléfono fijo, por aquel tiempo, era toda una odisea. Creo que no tuve teléfono hasta como los doce. Ah! Y ya estaba olvidando mencionar la tele. Recuerdo la primera que tuvimos, era muy chiquita y por supuesto en blanco y negro y yo tenía nueve años! Y por supuesto que podíamos vivir igual, quizás hasta incluso mejor. La burbuja era total. Pocos medios de comunicación. Poca noticia, mucho verde, deporte y libros. A jugar con la imaginación muchachos que la realidad virtual estaba más lejos que la Quiaca de Ushuaia.
Nunca se te ocurría cerrar nada con llave. Ni el auto, ni la casa. Pecado! Y ni que hablar de la famosa “vuelta al perro”. No sé todavía porque le llamaban así. Nos subíamos al auto, (crease o no, desde los 15, o tal vez antes, nuestros viejos nos enseñaban a manejar), y dábamos interminables vueltas por las 4 o 5 manzanas del “centro”.
O íbamos al club, a ver a nuestros “chicos” (amigos, novios) jugar al rugby. Y poníamos todos los autos de frente a la cancha, a manera de tribunas que no habían, y para soportar el frío invierno y escuchar la única radio existente, mientras charlábamos (idem chat actual, pero aquel era en vivo y en directo) y chusmeabamos sin parar durante todo el partido. Cuánto van? Preguntaba de tanto en tanto alguna. El partido era lo menos importante.
No había colegio bilingüe. No había colegio doble turno, ni doble escolaridad, casi que no había colegios! Estudiar inglés? Of course my dear… si tenías una madre previsora como la mía, era imprescindible para “la vida” en el pueblo, ir por lo menos tres veces por semana a particular de inglés, (gracias vieja por tu gran visión).
Mejor no te lo voy a decir. Si, te lo digo. Creeme, no supe y ni siquiera imaginaba por aquellos tiempos, que existieran unas muñecas que se llamaban “barbies”. De chica tuve una sola muñeca, que me trajeron mis viejos de un viaje a Brasil. Resulta que el fabricante, seguramente para ahorrar, le había puesto pelo solo en el borde de la cabeza, y venía con rodete… pueden imaginar mi desilusión, al darme cuenta que si le soltaba el pelo, no hacía shock! Sino que te daba un shock, porque era pelada! La de gorros y gorritos que inventaba porque quería a toda costa, que tuviese el pelo largo. Y me acuerdo muy bien, cuando mi hermana le cortó el pelo a su única muñeca. Ante mi horror, me dijo “si total después le crece!”
De todas maneras, las muñecas no eran lo que más prefería a la hora de jugar. En el invierno, en el garage que no se usaba para guardar ningún auto, poníamos música clásica, en un toca discos de mamá. Nos poníamos con mis hermanas unos “tutus” de bailarinas, que nos había hecho nuestra abuela materna con mucho cariño y de papel crepé. Rosa, blanco, celeste, uno distinto para cada una. Y si, pueden reírse, yo tenía para el baile clásico menos gracia que un mono de peluche.
En los veranos, que nos parecían eternos de tanta tranquilidad y que además eran muy calurosos durante el día, nos instalábamos en la chacra. Que por ese entonces parecía que estaba muy, pero muy lejos de casa y pero escuchen: estaba a tan solo 3 km del centro. Eso, eran las afueras del pueblo. 3 km. Hoy recorro 21 km para ir a trabajar y me parece que estoy al toque. Hace un tiempo viajaba 45 km para llegar a mi anterior trabajo. Será que cuanto más creces, más largo se te hace todo?
Me desvié. Lo haré todo el tiempo en el relato, si no, no sería yo. Y si, en los veranos aparecían mis primos. Todos varones (cuatro), que venían de Buenos Aires, la capital, bah hoy seria C.A.B.A. no? La bendita ciudad autónoma de Buenos Aires, nombre largo si los hay.
Como nos divertíamos con los primos. Enormemente. Ellos me dieron a probar mi primer cigarrillo, shhhhh! que no se entere nadie! Tenía pocos años para eso, y me parecieron feos, muy feos. Un particulares 30 y sin filtro! Por suerte no me gustó en ese entonces. Muy chica para empezar con los vicios no? Con los “chicos de Lety” (así los llamabamos), hacíamos casitas en los árboles, animados por nuestra abuela paterna, que nos proveía de cuanta cosa se nos ocurriera. Desde piolines para hacer cañas de pescar malísimas, hasta pedazos de goma para hacer hondas con palos de árboles. Y por supuesto, era el alma del tema de las casitas. Las cuales tenían su correspondiente inauguración, con caramelos, chicles y otras yerbas que íbamos a comprar a un camping cercano. La diversión acababa prontísimo. Una discusión por una golosina, o por cualquier cosa tonta, terminaba en una guerra “e ipso pucho” (como diría mamá) la destrucción de las casas recién inauguradas. Pero quien te quitaba el gusto? La mía es más linda!!! Chivaaaaa! Gritaba uno. Andábamos a caballo, nos peleábamos como locos y nos dábamos alguno que otro escobazo a las corridas de vez en cuando.
Cuando los chicos se iban, cerca de empezar las clases (léase hoy, el back to school, aclaro el antiguo término para que todos entiendan) quedaban los amigos de siempre, del cole, del club, del pueblo. Y ahí estábamos entre estudios, diversiones sanas, guitarreadas (si, guitarreadas y qué? Son un quemo?) se usaba, igual que los asaltos. OK. Lo reconozco. Obvio que nadie iba armado. Solo tenían que llevar bebidas los varones y comida las chicas. Y se armaba la fiesta, el baile, con algún improvisado disc jockey (si, si, si, se escribía toda la palabra, nada de dj o vj o lo que sea) alguno traía el pasa-casette, si era más moderno o sino, usábamos el viejo y nunca mal ponderado winco. Yo tuve uno. Era una felicidad. Se abría como una caja, y la tapa era el parlante! Andaba en 3 velocidades. 33, 45 y 78. No me acuerdo para qué eran las dos primeras… si me acuerdo que la de 78 era para escuchar los viejos discos de pasta. No saben lo que son? Viejos discos, que eran viejos ya en esa época. Vale? Eran los discos que los abuelos y los padres habían atesorado y coleccionado desde épocas remotas. Me acuerdo que mamá, en adelante “la vieja”, tenía un montón. Los plateros, el rey Elvis, clásicos, que se yo. Cuando los descubrimos con mis hermanos, fue todo un hallazgo. De más está decir que no duraron mucho los pobres. Se rompían muy fácilmente. Y en menos de lo que canta un gallo, no hubo uno solo en buen estado. Y quien podrá olvidar esos discos simples! De vinilo. Chiquitos… y los de vinilo de colores, nevados… Ah! Vieron? hoy los están poniendo de moda otra vez… todo vuelve…pero donde fue a parar mi winco? En que voltereta de la vida desapareció? Winco volvé…
Sí, tal vez estoy mezclando épocas, pero más o menos, no había tanto cambio repentino como hay hoy… voy y vengo en el tiempo con un firulete de mi pluma. Aunque ya no use una.
Antes de la chacra vivimos un tiempo en el campo. Pero esta vez, a 40 km por camino de tierra. Como 6 años o siete. No había pileta y el verano como les dije antes, era muy caluroso. Solo un viejo y reacondicionado tanque australiano para refrescarnos: traducción al castellano moderno: piletón redondo de chapa, en este caso embutido en la tierra y que hoy se puede ver en las rutas al lado de los molinos, uf! que largo. Menos, mucho menos había salvavidas. Pero todo, si no existía, se improvisaba. Abuelos y padres temerosos por nuestra seguridad, ni bien despuntaba el alba veraniega, nos colocaban el traje de baño (la malla, en algunos barrios) y el salvavidas, que no era otra cosa que una cámara de motocicleta, con un par de tiras, que nos ataban al cuello para que no nos deslizáramos hacia abajo. Y con eso puesto, andábamos todo el día, como se imaginarán, con los brazos en jarro, colgando en el aire. Miren si llegábamos a caer al agua en un descuido! O si alguien dejaba el cerco del tanque abierto! Tortura señores! Siempre me pregunté si no era más fácil enseñarnos a nadar? No! Nadie había inventado aun la matro-natación!
Poco recuerdo de esa tan cortísima edad. Si recuerdo bien a mi petizo. Al que bauticé Martín, en honor a un quintero del que ni siquiera recuerdo la cara. Sus crines eran coloradas… en pelaje equino sería alazán? Si que vivió muchos años aquel retobado caballo. No voy a olvidarme nunca que un día, no tendría yo más que cuatro años y estaba andando por el jardín de delante de la casa antigua, había algunas ovejas que se habían colado y estaban comiéndose las plantas que con tanto cariño mamá plantaba. Alguien se dio cuenta y mandó a los perros ovejeros a que las sacaran, a ladrido pelado las corrieron, con tan mala suerte, que no solo se asustaron las ovejas, sino que el petizo dio un corcovazo y me tiró. En un segundo estaba de cabeza en el suelo bajo un árbol y me había dado con una raíz saliente.
Pero si de Martín el petizo se trata, la mejor anécdota, fue cuando ya era mucho más viejo y del campo de la temprana infancia, lo llevaron a vivir a la famosa chacra, casi en la ciudad. Y mi hermano, amante de river y del zorro, habíase puesto todo el equipo. Abajo, camiseta, medias y short de river. Arriba una negra y larga capa atada al cuello que mi abuela materna le había cosido. Y el infaltable sombrero y antifaz del héroe. Por supuesto, se subió al petizo que tenía para ese entonces una panza enorme y era un glotón como pocos… a pesar de sus esfuerzos por manejar las riendas, el caballito enfiló raudamente con un trote certero, a un potrero con maíz. Amaba el maíz…Y mi hermano pequeño iba llorando, capa al viento, imposible parar el corcel, mientras yo no podía parar de reírme.
No puedo dejar de mencionar el tema de las navidades. Mi abuela paterna, de familia italiana, gustaba de reunir a toda la familia cercana (y no tan cercana). Aglutinante de gente si los hay, no había Cristo que cambiase su convocatoria para la famosa noche buena. Y el mismo 24 en general, con 35 grados a la sombra, en un auto chico, lleno de nosotros seis más el bendito pavo, que era tan grande que solamente lo podían cocinar en la panadería, partíamos (siempre con el tiempo justo y la lengua afuera) para Buenos Aires. Ahí llegábamos, a tirar las cosas en lo de mi abuela materna, (en adelante Lala), a arreglarnos y cambiarnos, mientras madre y abuela aprestaban los pio nono, postres, pavo y todo. De los regalos no hablo, porque como todos creíamos en Papá Noel (ahora los niños pequeños que todavía creen, le dicen solo “Santa”), los llevaban a escondidas y quien sabe como hacían para cubrir la treta. De más está decir que el living de mi abuela paterna (en adelante Tita), no era tan grande y solía juntar no menos de 40 a 45 personas. Cerca de las doce, nos mandaban al balcón a ver si veíamos el trineo y a Santa y todo, para poder poner la montaña de paquetes bajo el arbolito. Y no me voy a olvidar que papá, era el encargado de la repartija de los regalos. Y como era su costumbre a voz en cuello cantaba: “De mengano para fulano”, “de fulano para mengano” (ah, fulano y mengano no son nadie, justamente es para no nombrar a nadie en especial. Hago estas aclaraciones para algunos niños que posiblemente no lo sepan)… una de esas navidades, creo que tenía 10 años, habíamos partido hacia el balcón con mis primos, los chicos de Lety, y Matías, de mi misma edad, me dice: no me digas que crees en papá Noel?! Si no existe! Son nuestros padres! A bueno! Que notición, tantos años creyendo, tantos años de mentira piadosa! Y puf, me borró la ilusión de un plumazo! De todas maneras lo supere a instante y no me ha quedado trauma alguno al respecto. Pero como nos divertíamos por esos días en dulce montón familiar! De postre, siempre en lo de Tita, helado.
Y volviendo de a poco al tema de las comunicaciones. Cartas. Correo. Estampillas. No sé si les suenan, tal vez les suena OCA, gente que se viste de violeta? ese el correo a la manera antigua, cuando había en las calles buzones colorados en las esquinas, para que pudieras poner las cartas. Una vez por día pasaban y se llevaban todas las cartas y una simple podía tardar una semana en llegar de Tandil a Buenos Aires, o viceversa. O podías ir hasta un correo y mandar una carta “expresa” que salía más caro pero llegaba mucho más rápido. Como iba contando, esa era la forma de comunicarnos con los que estaban lejos. Recuerden que por un largo tiempo no hubo teléfono en casa y para hablar a Buenos Aires, había que ir a la “telefónica”, (de gran similitud con los locutorios de hoy pero mucho más grandes). Entonces, escribíamos cartas, largas cartas, las mías de chica con unas faltas de ortografía espantosas…Por suerte Lala las guardaba y ya más grande releyendo las mismas, podías enterarte de los detalles de la vida diaria en el campo, en el pueblo y de las travesuras que nosotros los infantes de turno, realizábamos sobre todo, a la hora de la siesta.
La siesta. Nunca me gustó dormir siesta. De chica. Y hay cuentos de todo tipo al respecto. Uno en especial muy escatológico que no voy a relatar, justamente por eso. Parece que a diario, cuando me acostaban a dormir la siesta, le hacía el cuento a mamá que quería ir al baño, cuando mamá me buscaba, no era cierto, por supuesto. Una tarde decidió no hacerme caso. Yo no tendría más de dos años, Florencia, la hermana que me sigue, uno menos. Y estaba en su cuna. De pronto, oh! grata sorpresa, encontré un pote bien lleno de crema para la cara, que mamá había tenido la mala suerte de olvidar por ahí. Estaba en mi salsa, unté todo lo que encontré. Muñecas, juguetes, hasta a mi hermana y su cuna. Cuando mamá apareció casi se muere. Flor patinaba, parada y agarrada de la embadurnada baranda de la cuna. Y el pote de la “carísima” crema, estaba completamente vacío.
Bueno, seguí de largo con lo de las comunicaciones. Imaginen no chat, no celular, no tele, no computadora, no internet, no fotocopiadoras! No vida! Dirían algunos de los adolescentes de hoy. Hacer un trabajo de investigación para el colegio, implicaba obviamente tomar papel y lápices, e ir de excursión a alguna biblioteca pública. A tratar de encontrar algo moderno, no way y luego a copiar se ha dicho! Todo era a pulmón. Pero para los chicos setentosos, era lo conocido. No sabíamos lo fácil que iba a ser todo eso en el futuro!
Recuerdo que a papá le encantaba sacar fotos. De hecho hay un montón en blanco y negro. Pero luego se le ocurrió sacar en slides. Traducción, diapositivas, traducción, necesitas un aparato especial llamado “proyector de diapositivas” y que hoy por hoy, no existe! Está en extinción, junto con el pasa casete, la video casetera, la tv blanco y negro, la máquina de escribir, la dvd y otras tantas cosas que me iré acordando luego. Ergo, hay como 4 cajas de diapos, con fotos de mi infancia que no puedo ver! Ni escanear, ni “digitalizar” y apuren a sus padres, a que pasen todos los videos de sus infancias a CD, ya que las video casseteras, están desapareciendo como los dinosaurios!
Tener un walk man, era lo mas. Eran gigantes aparatos “portátiles” para pasar casetes. Con auriculares. Todavía hay alguno dando vueltas por casa. Fran lo mira mientras lo da vueltas al tiempo que pregunta, qué es? Hoy en un ipod entran no sé cuantos cientos de canciones en 4 cm cuadrados! Ni que hablar de la playstation. Hubiese sido una locura en nuestra época, que nos conformábamos con jugar a los indios con nuestros copetes de plumas.
Pero algunas cosas no cambiaron nada. Ni las fiestas de 15, ni las de egresados, ni el viaje a Bariloche, ni los berrinches de adolescentes, ni el amor!
Creo que cada etapa ha tenido y tiene sus cosas lindas, su felicidad, su belleza. Aun cuando no habían llegado todas estas tecnologías. Teníamos grandes amistades, grupos de amigos que se hacían en los clubes, en los colegios y eran concretos. Hoy posiblemente tengas 400 “amigos” en facebook, o twitteas o chateas con otros mil en msn, tu vida es un instagram story, y te preguntas, pero donde quedaron los abrazos? Y Las risas de “verdad”? no los jajajaaja! O los wow! O los guau! O los “emoticones”(traducción para los grandes, esas caritas, en general amarillas que podes insertar en un mail o mensajito y que te tiran un beso, te guiñan un ojo o te sacan la lengua…) Y todas las palabras mal escritas como tkm, traducción para grandes, te quiero mucho! Kiero va con ka, quien dirá lo contrario en unos años? La otra vez yo le preguntaba a la directora del cole de primaria si se habían puesto a pensar en cómo van a enseñar a las futuras generaciones, total que escriben con jeroglíficos en la web o los celus, para hacer más rápido?
No me malinterpreten. Amo la tecnología. La amo. Amo mi cámara digital. Amo internet, amo poder googlear todo lo que se me ocurre. Tener la información de lo que quiero a cualquier hora, ver mi serie favorita que me perdí la semana pasada, buscar las últimas fotos que publiqué, ver que hubo gente que me dejó comentarios, usar el diccionario online! Pagar las cuentas sin moverme del escritorio, no ir al banco por ningún motivo! El traductor! Lo más genial! Buscar canciones, letras y hasta las tablas de notas para la guitarra! Jugar al boggle contra un desconocido por puntos, jugar scrabble contra la maquina, que se yo. Y lo que no está en Internet, es porque definitivamente, no existe.
Pero no hay que dejar de lado lo humano, el calor de un abrazo. La sencillez de una caricia. El contacto con los demás, cara a cara. El contacto con la naturaleza, el silencio de una noche estrellada en el campo. El sonido de un arroyo en vivo y en directo, mojando tu mano en el.
Del “ensayo”, fue solo eso, un ensayo. Estas palabras son apenas algunos recuerdos de la vida, de la familia. Solo unos pocos, para los más chicos y para los grandes también. Quería que se rieran, quería que fuera un acto de stand up. (traducción para el que no sepa, cuando se para un actor o cómico en un escenario y habla o dice un monólogo). Pero creo que no se acercó ni un poco. No importa, era un ensayo. Ahora, además que me gustaría que los que lo lean, me gustaría que me regalen sus propios recuerdos o anécdotas, para ir armando un rompecabezas de memorias para los “enanos” de la familia.

5 comentarios:

  1. Huauuuuu que chevereeee, cuantos recuerdos, se me despertó la memoria, Primera corrección para una chica ex campo, el Martín era Rosillo. Te acordas del dulce de leche casero que lo revolvíamos para que se cortara por que era mas ricoooo.... O las mañana ordeñando con Molina a las 4am. Decime como hago para suscribirme al blog, todavia estoy casi con el winco.. besoso gonza

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  2. Maria, extrordinario reltato!!! me parecia ver a todos los eprsonajes y a uds de chiquitas, que lindos recuerdos, y muy buena idea de tu blog!!! voy a seguirte de cerca, y me encantaria verte y tomar un cafe con las 3 hermanas, porque la teconologia avanza y bienvenida para estos contactos, pero como bien decis es muy lindo el abrazo, el verse las caras, asique espero podamos hacerlo en algun momento, te mando un beso enorme!!!

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  3. Gracias Maria!!!!!Cuantas cosas,cuantosrecuerdos y el indiscutible sello que nos ha dejado a todos nuestro querido Tandil.Agradezco a la nostalgia que nos lleva a lugares y tiempos que fueron maravillosos.Es tanto y tan lindo lo vivido que no alcanzan ni las hojas ni las palabras.Podriamos agregar las heladas Semanas Santas(hoy con mucho calor)los juegos de carnaval,los cafecitos de medio dia en 9 de julio y Pinto para decidir el programa de la tarde.la misa de 7 y luego el infaltable paso por Moritat,las largas tardes de T.E.G y .......tantas y tantas cosas mas.Abrazo!!!!!!!!!!!

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    1. Soy Gabriela Zumarraga pero mi comentario salio a nombre de un blog de los chicos(esta claro que soy de otra epoca ja)

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    2. jajaja recien un año y pico despues, veo tu comentario! jaja si la verdad, esos ultimos años de secundario y alguno mas, lo pasamos bomba por tandil! que bien la pasamos! hoy algunas son abuelas ya, uuuuuhhhh tremendo... beso enorme!

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