domingo, 8 de agosto de 2010

Ejercicio de lengua. Literalmente incorrecto. Profesores abstenerse.

Ejercicio.

Ejercicio. Eso le está faltando ahora mismo a mi pluma virtual. Y encima que para eso, uno se nutre de la cháchara diaria: en la oficina, en la calle, con los hijos, los amigos… Y de esa enorme melange de gente de todos los grupos demográficos, etnográficos y etcétera-gráficos, con los que compartimos nuestra vida, vamos casi sin querer, incorporando a nuestra conversación, un lenguaje que no sabíamos y ni siquiera habíamos imaginado que poseíamos y mucho menos que lo íbamos a usar en el momento menos pensado.

No hablo del lenguaje literario que infructuosamente nuestras madres y abuelas, anque nuestras profesoras, trataron de inculcarnos durante larguísimos e interminables años de infancia y adolescencia... Hablo de lo que se habla, de cómo se habla y de a quien se habla! El otro día nomás, me encontré diciéndole “bolú” a mi suegra. Fue un momento un tanto fuerte créanme; no había terminado de decir la palabreja, me llevé la mano a la boca y pedí disculpas. Pero lo mejor es, que lo tomó tan bien que me sorprendí: es que pensó que si le hablaba así, estaba bien, porque así, es como se hablan los amigos!

Este “tópico” ha sido tema de libros, artículos y demases, por lo que no voy a ser precisamente yo, quien suscriba otro título más al cúmulo de tomos que inundan las librerías…

Pero cabe escribir sobre alguno que otro término, que se escucha a diario y del que vale la pena tener idea, no solo para incrementar el conocimiento mundano, sino para entender perfectamente, qué, nos están diciendo o queriendo decir. O simplemente para estar básicamente, más cerca de ese grupete juvenil.

Una palabra que hoy suena mucho en casa es FASO. Muy lejos está de ser la versión tanguera de cigarrillo o cigarro… bien lejos, o como dirían mis hijos, “lejos maaaal”. FASO, por ejemplo, soy yo. Cuando los persigo con algo, cuando los torturo para que estudien o para que se vayan a bañar. Podría ser un sinónimo de “Plomo”. Ejemplo de uso diario en casa: MAMA, SOS UN FASO!

Lo peor de todo esto es que al poco tiempo de la introducción del “neologismo” (por ponerle un nombre paquete), hay una viralización instantánea en mí, y nunca pero nunca, me salvo. Todavía no encontré el antídoto para que mi subconsciente no adopte esos tan deleznables (aunque realmente claros) términos. Y cuando los uso, (juro que sin querer), soy acusada injustamente de querer hacerme la “pendeja”.

Aunque sinceramente algunos son realmente buenísimos. Como por ejemplo la frase: ES UN CHINO. No puedo parar de decirlo para referirme en general, a todo lo complicado. Es una fija (ahora me fui al lenguaje burrero en menos de un segundo, no?) que hay alguien que lo escucha e interpreta literalmente. Como me pasó hace poco hablando con una tía, que al escucharla, se da vuelta y me mira con ojos desorbitados preguntándome: UN CHINO??!!! Como si le hablara realmente de un oriental.

Hay personas que son “literales”. Y está bien. Los que hablamos mal, nos tenemos que hacer cargo. Tengo en casa a un niño que asiduamente, decodifica “literalmente” lo que digo o en realidad, no lo decodifica... No hace mucho estaba yo contando algo que me había pasado, sobre unos hombres medio sospechosos que se me acercaban y en el relato dije: “De repente vi que se me venían cuatro monos…” incrédulo me preguntó, con la boca abierta: Cuatro MONOS???!!! Y tenía razón en sorprenderse. No se espera, naturalmente, ese tipo de frases de una madre!

Cuantas cosas los chicos esperan o no esperan, que sus pobres padres digan o hagan...Si, créanme. Confieso que lloré en el final de Toy Story 3. Que se yo! Enternecida? Y no vendría a cuento si mi hija que estaba sentada al lado en el cine, no me hubiese disparado: Vos no podes llorar! SOS UNA MAMA!!!

Concluyo. Debo hablar bien. No debo llorar en películas de niños. NO DEBO SER UN FASO!!!

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