miércoles, 9 de octubre de 2019

El Reloj Argento


El reloj argento dejó de marcar la hora. 
Su descompuesto engranaje, se ha quebrado en su base. 

Y a pesar de que es sabido, que no tiene arreglo, 
muchos piensan que mágicamente comenzará a funcionar,
 como si fuera nuevo. 

Una fantasía errante de esos que creen, 
que se hará realidad, al cambiar de relojero.
Es como si les hubieran puesto una venda enorme,
 en sus ojos ya ciegos.

Pero las piezas esenciales se han perdido. 
Fueron quedando entre las manos de quienes lo manejaron. 

Y con tristeza digo, que lo que se perdió, no se puede recuperar. 
Porque a aquellos que las tomaron, 
no les importa que el viejo reloj ya no de la hora. 

Muchos hemos dejado de preguntarnos cómo fue que llegamos a esto. 
Y lo que es peor, cómo es que el argento nato, 
cree todavía que las cosas se arreglan con milagros. 

Será porque un reloj parado, dos veces al día da bien la hora?

Creo que deberíamos empezar por hacernos de un reloj de arena. 

Los relojes de arena no tienen engranajes, no funcionan solos. 

Hay que dalos vuelta a cada minuto para que sigan marcando el tiempo. 

Y eso cuesta. Es trabajo. Es constancia, es perseverancia, es estar atento, 
es tener compromiso. Es turnarse, no quedarse dormidos, 
es tener un plan de acción.

Espero con todo mi corazón, que los zombies que habitan esta patria mía, despierten. 
Se unan en pos de un bien común, despojados de las vendas, cerrando la vieja grieta.

Maria Chanourdie
9 de octubre de este bendito año 2019.

miércoles, 3 de julio de 2019

Puntadas



Pasos sobre la tela. 
Caminos de hilo que dejan huellas.
Y con cada una, vamos bordando sentimientos, 
esos que fuimos sembrando y cosechando a lo largo de la vida.
Y memorias. Y mensajes.
Y al tiempo que quedan entrelazados hilo y género, como raíces al suelo, 
los dibujos van contando historias de vida, 
que incluyen nudos y cambios de colores y formas de tanto en tanto.
Y parte de esas puntadas querida amiga, 
las dimos juntas.
Apretadas y andando lado a lado; 
riéndonos de cualquier cosa, 
suspirando por amores niños.
Con la diversión, la inocencia y la juventud, 
que la adolescencia nos regalaba.
Y hoy yo bordo y vos escribís historias.
Ambas vamos dejando plasmado en algún lugar, 
sea papel, sea género, un pedazo de nuestra alma.
Y creo ya, a estas alturas, ¡no tengo que decirte que te quiero mucho!

¡Feliz cumpleaños mi querida amiga!

Caja de Vida



Antigua. Astillada en sus esquinas. 
Todavía tiene huellas de su otrora belleza.
Pinceles y oleos extrañan su olor a madera.
Pero sin embargo, no está vacía.
Estaba a la espera. 
Que un día llegase alguien, a quien a pesar de su estado, pudiera enamorar. 
Y que, con el corazón enorme, 
la sacara del silencio de aquel galpón atestado.
Ese momento llego. 
Y de repente volvió a ella su alma, 
y se sintió capaz de dar asilo. 
Su anhelo casi cumplido. 
Ser una caja de vida, atesorar objetos, recuerdos, experiencias.
Y así, en este día de abril, está renaciendo, 
esperando colmar a su dueña de esperanza, sueños y proyectos.
¡Feliz cumple amiga!

jueves, 23 de mayo de 2019

La calesita argenta



La música de fondo suena y suena fuerte, 
con sonido de bombo callejero.

De pronto me doy cuenta, 
que estoy subida a una tonta calesita que no para. 
Y que de algún modo en cada giro, 
nos lleva repetida e inexorablemente, 
hasta el señor de la sortija.

Ese, que te mira con su media sonrisa sarcástica y torcida. Como burlándose con la impunidad 
que te da el saber que nunca, 
pero nunca, va a dejar que la agarres.  

Y con la plena seguridad, de que aunque quieras, 
no te vas a poder bajar. 
Porque esta prohibido bajarse. Porque la calesita 
no debe parar. No puede parar. 

Y entonces a cada vuelta toma mas velocidad. 
Algunos queremos bajarnos, nos apiñamos, para ver si al inclinarse se detiene, pero no. Porque para que eso suceda, 
hay que ponerse de acuerdo, y tirar todos para el mismo lado. 

De tanto en tanto, logramos que disminuya el paso. Y se siente como un alivio momentáneo. Pero se discute mucho y mucho, y no hay un cristo que tenga una idea 
que a todos conforme.

Con el señor de la sortija no se habla, no se discute, no se negocia. Se acata. Porque no se puede pensar diferente. 

Es como una religión de fanáticos 
que tienen que seguir girando eternamente, al ritmo que marca su engranaje 
salvaje y despiadado.

Y desde el caballito blanco donde pudiste encaramarte, ves pasar las estaciones y los años.  Y con el tiempo las figuras ya no suben ni bajan. 
Las tazas ya no giran y la pintura va 
descascarando su tristeza 
y llorando de injusticia.

Pero el señor de la sortija, es siempre el mismo. Sinceramente voraz, sinceramente eterno.