Solo una suma de pensamientos que se escriben con el alma y con el corazón. Cuentos de recuerdos, amores o ficción. De todo un poco solo quiere mostrarte un pedazo de un alma feliz.
martes, 24 de agosto de 2010
Una de amor.
miércoles, 18 de agosto de 2010
Navidades, eran las de antes...
viernes, 13 de agosto de 2010
Del servicio doméstico y esas yerbas.
jueves, 12 de agosto de 2010
Te extraño. Un día de nostalgia permitido.
miércoles, 11 de agosto de 2010
Despedida
Madre
El tiempo no pasa.
Un día inesperado y triste.
La noche se hizo presente como un manto oscuro.
Las flores se secaron en sus tallos y no hubo mariposas de colores frescos.
El sencillo hecho de saber que mis ojos no podrán verte, mis manos tocarte o abrazarte, me acongoja.
Aunque en mi corazón siento que estás ahí, como mi ángel, un extraño vacío se apoderó de mi alma en pena.
El silencio parece estallar en mis oídos.
La música de tu voz casi a diario en mi teléfono.
Nuestras conversaciones de amigas, de madre e hija, el cafecito de tardecita en la esquina.
Los proyectos, los sueños, el futuro, se quedaron ahí, mudos, como haciendo muecas de tristeza.
Te extraño. Te voy a extrañar aún mas, lo sé.
Y te aseguro que se fue una parte de mí contigo, quien sabe a dónde.
Quizás al lugar de la paz ansiada, de la felicidad completa, de la salud y la juventud eternas.
Quizás donde compartir la serenidad con tus padres, tus abuelos, con todos los que como vos se han ido.
Es muy difícil, es como un dolor enorme en el corazón partido.
Como si la soledad, esa enorme y terrible amenaza, se burlara de mí y de mi pena.
El tiempo no pasa.
Pero me quedará el recuerdo. Y tu cara sonriendo sin pausa, mirándome desde la foto de un retrato.
Te quiero para siempre.
Carta a mamá en su último cumpleaños.
Tus anhelos de mujer, de madre, de amiga. Tus deseos de vernos felices; de sabernos sanos, tanto en cuerpo como en el alma. Orgullosa a tu modo, a sabiendas de nuestras virtudes y defectos. Hoy somos cada uno como un reflejo tuyo, pero a nuestro propio modo.
Y en cada uno brilla un poco del verde de tus ojos, a pesar que ninguno de nosotros los tiene de ese color. En cada uno hay algo de esa sonrisa con cachetes; a pesar de que ninguno los tiene.
Ya somos adultos, creo, sin embargo te afligís como cuando estábamos en nuestras pequeñas cunas. Y hoy te preocupas también por nuestros hijos. En ellos también hay algo tuyo. Te lo aseguro.
No he podido quizás decir todo lo que te adoro, ya que las palabras que el hombre ha inventado, no son tan ricas a veces para expresar los grandes sentimientos.
Te quiero mucho. Feliz Cumple!
domingo, 8 de agosto de 2010
Ejercicio de lengua. Literalmente incorrecto. Profesores abstenerse.
Ejercicio.
Ejercicio. Eso le está faltando ahora mismo a mi pluma virtual. Y encima que para eso, uno se nutre de la cháchara diaria: en la oficina, en la calle, con los hijos, los amigos… Y de esa enorme melange de gente de todos los grupos demográficos, etnográficos y etcétera-gráficos, con los que compartimos nuestra vida, vamos casi sin querer, incorporando a nuestra conversación, un lenguaje que no sabíamos y ni siquiera habíamos imaginado que poseíamos y mucho menos que lo íbamos a usar en el momento menos pensado.
No hablo del lenguaje literario que infructuosamente nuestras madres y abuelas, anque nuestras profesoras, trataron de inculcarnos durante larguísimos e interminables años de infancia y adolescencia... Hablo de lo que se habla, de cómo se habla y de a quien se habla! El otro día nomás, me encontré diciéndole “bolú” a mi suegra. Fue un momento un tanto fuerte créanme; no había terminado de decir la palabreja, me llevé la mano a la boca y pedí disculpas. Pero lo mejor es, que lo tomó tan bien que me sorprendí: es que pensó que si le hablaba así, estaba bien, porque así, es como se hablan los amigos!
Este “tópico” ha sido tema de libros, artículos y demases, por lo que no voy a ser precisamente yo, quien suscriba otro título más al cúmulo de tomos que inundan las librerías…
Pero cabe escribir sobre alguno que otro término, que se escucha a diario y del que vale la pena tener idea, no solo para incrementar el conocimiento mundano, sino para entender perfectamente, qué, nos están diciendo o queriendo decir. O simplemente para estar básicamente, más cerca de ese grupete juvenil.
Una palabra que hoy suena mucho en casa es FASO. Muy lejos está de ser la versión tanguera de cigarrillo o cigarro… bien lejos, o como dirían mis hijos, “lejos maaaal”. FASO, por ejemplo, soy yo. Cuando los persigo con algo, cuando los torturo para que estudien o para que se vayan a bañar. Podría ser un sinónimo de “Plomo”. Ejemplo de uso diario en casa: MAMA, SOS UN FASO!
Lo peor de todo esto es que al poco tiempo de la introducción del “neologismo” (por ponerle un nombre paquete), hay una viralización instantánea en mí, y nunca pero nunca, me salvo. Todavía no encontré el antídoto para que mi subconsciente no adopte esos tan deleznables (aunque realmente claros) términos. Y cuando los uso, (juro que sin querer), soy acusada injustamente de querer hacerme la “pendeja”.
Aunque sinceramente algunos son realmente buenísimos. Como por ejemplo la frase: ES UN CHINO. No puedo parar de decirlo para referirme en general, a todo lo complicado. Es una fija (ahora me fui al lenguaje burrero en menos de un segundo, no?) que hay alguien que lo escucha e interpreta literalmente. Como me pasó hace poco hablando con una tía, que al escucharla, se da vuelta y me mira con ojos desorbitados preguntándome: UN CHINO??!!! Como si le hablara realmente de un oriental.
Hay personas que son “literales”. Y está bien. Los que hablamos mal, nos tenemos que hacer cargo. Tengo en casa a un niño que asiduamente, decodifica “literalmente” lo que digo o en realidad, no lo decodifica... No hace mucho estaba yo contando algo que me había pasado, sobre unos hombres medio sospechosos que se me acercaban y en el relato dije: “De repente vi que se me venían cuatro monos…” incrédulo me preguntó, con la boca abierta: Cuatro MONOS???!!! Y tenía razón en sorprenderse. No se espera, naturalmente, ese tipo de frases de una madre!
Cuantas cosas los chicos esperan o no esperan, que sus pobres padres digan o hagan...Si, créanme. Confieso que lloré en el final de Toy Story 3. Que se yo! Enternecida? Y no vendría a cuento si mi hija que estaba sentada al lado en el cine, no me hubiese disparado: Vos no podes llorar! SOS UNA MAMA!!!
Concluyo. Debo hablar bien. No debo llorar en películas de niños. NO DEBO SER UN FASO!!!
sábado, 7 de agosto de 2010
Solo un cuento para niños, los que tienen esa edad y los que lo somos en el corazón
LA MISTERIOSA LUNA BLANCA
Yo era chiquita, tanto que todo me parecía inmenso, ENORME! (hasta mi abuela Tita que solo medía un metro y medio). Apenas estaba descubriendo el mundo; ese mundo que entonces era para mi en el campo, cerca de las sierras grises, pero amables y queridas.
Y en ese marco de hermosa naturaleza, fresca y llena de vida, solía acompañar a mi madre a dar paseos por el monte hasta el arroyo que corría al pie de la sierra. Era mi aventura mayor… el lugar encantado donde los sonidos del arroyo corriendo sin parar, se mezclaban con el piar de mil pájaros y mi risa y la voz alegre de mi madre.
¡Como olvidarme de las historias que me contaba mientras mirábamos al cielo y a las nubes sentadas en la orilla!
Un día de luna llena, le pedí a mamá que me llevara hasta el arroyo.
Quería ver como la luna se reflejaba en el agua correntosa. Y no tenía miedo porque la luna iluminaba tanto pero tanto, que parecía de día y el cielo estaba tachonado de miles de estrellas.
Fuimos por el senderito del monte, caminando hasta el pié de la sierra, y allí en el cielo estaba como siguiéndonos, la luna blanca y misteriosa, enorme…Parecía que me hacía guiños, yo estaba feliz. Cuando llegamos al arroyo, me asome a buscar el reflejo de la luna en el agua. Pero para mi sorpresa, no había reflejo. La luna se había ido. Mamá vió como me entristecía; me acurrucó en sus brazos y acunándome, me contó una de sus historias, era sobre la luna.
“Cuando la luna nació, no era tan grande, ni tan blanca. Era muy pequeñita y no tenía mamá ni papá. Pero era tan grande su deseo de ser buena y servir a todo el que la necesitase, que Dios, que escucha los pensamientos de todas sus creaciones, incluso los de la luna, decidió hacer realidad su deseo: dejaría que la luna cumpliera un cometido en el Universo. Y la eligió para ser la guardiana de la noche. Y la volvió blanca y brillante. Desde ese entonces, hace miles y muchísimos años, todas las noches, la luna sale para que todos los hombres en la tierra tengan luz aunque no la tengan y a todos los cuida en nombre de Dios. Y es verdad que hay algunos días en que no aparece, y es porque va a cuidar a los hombres que viven del otro lado del mundo, y por eso no la vemos”.
Cuando mamá terminó de contarme esta historia, la luna brillaba en el arroyo. Y me pareció que me miraba. Y me sentí contenta porque sabía que a través de ella Dios me estaba mirando y cuidando.
Volvimos a casa y me fui a dormir pensando que un día, me gustaría hacer algo bueno como la luna. Solo era cuestión de desearlo mucho, y Dios me lo concedería.
jueves, 5 de agosto de 2010
Toda semejanza con la realidad, es coincidencia.
Encuentro
Desde el corazón de la ciudad emana un sueño dorado de esperanzas. Es que el latido de la musa que inspira al ser optimista y alegre, duerme ahí, entre el cemento azul y las estrellas pálidas. En un abrir y cerrar de ojos, el silencio se apodera de todo, a pesar del bullicio de la noche en danza. Y la oscura y espesa cabellera de calles entrelazan los nombres de todos los que por ahí pasaron. Cuentan historias, rezan oraciones de sencillas palabras. Se sonrojan los faroles al escuchar los relatos, algunos sin final. Otros días en que la lluvia aparece como un manto gris y húmedo, todo cambia de repente. Las voces de antaño se callan, los fantasmas corren a esconderse de las gotas mojadas. Y en sus refugios tibios, traman todo tipo de bromas. Es como otra dimensión, extraña, pero a la vez mundana. Donde se funden almas y se separan sueños de realidades.
Y en ese andar sin sentido por ese laberinto urbano, me encontré frente a una pequeña y sencilla niña de ojos oscuros como carbones. Me miró como si nunca hubiera visto a un ser humano. Con un dejo de extrañeza y simpatía, con el alma en los ojos y la simpleza que te da la niñez.
Mi corazón se encogió al ver cuánto se parecía a mí. Me pareció estar mirándome en un espejo retrospectivo.
En lugar de hablar, solo pude sostener su mano en la mía. La sentí completamente helada. Sin embargo me sonreía desde su pequeña altura, como agradeciéndome. Por más que trataba de entender, que era lo que estaba pasando, no lograba pensar en nada.
De repente un rayo de luz cálido nos envolvió a ambas. Y puedo decir que casi nos fundimos en una sola. Y aunque no movía sus labios, sentía sus palabras retumbar en mi cabeza. “Estoy aquí desde siempre. Nunca te he dejado. Has vivido todo este tiempo sin dejar que crezca dentro tuyo. Ahora necesito que me dejes seguir. Debes soltar de tu alma a la niña abandonada. Debes olvidar los momentos en que de pequeña te sentiste triste y solitaria. Solo debes conservar en tu corazón la inocencia del mío. Y debes de guardar como un tesoro la frescura de mis pensamientos puros. Mi curiosidad, consérvala por siempre. Solo eso. Este es el momento donde debemos por fin separarnos. Debo quedar en un arcón junto a los recuerdos gratos y felices. No busques uno en el que quepan la tristeza o el resentimiento vano. No sirve de nada. Solo conserva la alegría. El resto vendrá por añadidura. “
Mi corazón dio un vuelco. Era mi pasado el que me hablaba en la niña. Me emocioné, la abrace y le di un fuerte beso en la mejilla. Solo pude decir gracias.
En un instante la magia del momento había desaparecido. En un parpadear, me encontré bajo un farol titilante en medio de una calle desconocida. Y me sentía increíblemente bien. El corazón me latía fuerte, tanto que creo se escuchaba desde lejos. No me pregunté nada. Solo miré al cielo claro y azul de esa noche serena. Al instante supe que desde ahí, alguien me había dado otra oportunidad de renacer y volver a vivir.