sábado, 20 de noviembre de 2010

Niñez. Una de protesta.


De pronto me pareció que el sol dejó de iluminar a aquellos ojos negros y tristes, poblados de lágrimas, espantados de miserias.
Con los labios resecos por tanta sed de amor, por tanta necesidad de ayuda.
Y sus manitas pequeñas pero recias y callosas, como las de un grande...
Niños, con almas en fuga y con corazón de ancianos; simplemente estando, sin un atisbo de esperanza, abrazados solo por sufrimiento y cansancio.

Y la sociedad ciega e históricamente más preocupada por cambiar de moneda y de ministro, con sus ansias de poder y su soberbia, que no presta atención. Que trata de embanderarse con frases solidarias, con políticos que piensan que pueden llenar sus pequeños estómagos con palabras...

Y esas banderas de todos los colores, que tan ardientemente levantan como estandartes y que al fin de cuentas, nunca representan nada...
Y que tal vez son solo augurios de más dolor y de más tristeza....

Y la palabra desnutrición sonando en mis oídos como un grito desesperado. Como un día gris que nunca acaba. Como una eterna noche solitaria. Como un largo y frío invierno interminable.

Espero que muy pronto la luz de la realidad que nos rodea nos ilumine, que se caiga la venda del egoísmo, que finalmente podamos ver más allá de nuestra propia historia. Para que nos demos cuenta que nuestros prójimos, están muy próximos y debemos tenderles nuestro corazón en una mano.

Espero con urgencia, poder decir que la SOCIEDAD ha cambiado y que ahora se llama SACIEDAD... En todos los sentidos.  Saciedad de comida, de amor, de educación, de contención..... De ser humanos y dignos.