viernes, 11 de febrero de 2022

TIEMPO


Y si, pasa el tiempo a la carrera. 

Sin importarle qué arrastra a su paso, 

ni que devora su monumental torbellino.

Quien resiste y quien fracasa. 

Rompiendo todo. 

Y solo nos deja el sabor amargo de las ausencias, el nostalgioso sentir. 

Y las fotos de papel, esas que no sabes cómo volverlas pixel.

Desenfrenado e intenso se va desbaratando el año. 

Qué, aunque prometiera ser nuevo y próspero, 

parece finalmente haberse sacado la careta, nomas arrancar. 

Quizás es que ya no tengo la paciencia o la fuerza y la garra de antes.

Quizás solo quiero dar vuelta esta página como una media 

y empezar de nuevo.

Nuevo como eso de animarse. 

De tomar el riesgo, de soltar los lastres y aliviándose uno tanto, 

que una simple brisa nos hará volar como un dron, 

el que te da esa vista increíble de la modernidad.

Y tirarme en el pasto, mirando al cielo, con los ojos cerrados. 

Sabiendo que esta ahí; como el techo celeste de mi mundo. 

Mientras, los cachorros, me lamen las manos en forma de besos perros.

Y mientras me deleita el oído el aleteo del colibrí, 

que viene a libar el agua con azúcar; 

y que, aunque no lo vea, sé que esta.

Tal vez me asome a la ventana abierta, 

para espiar a alguna estrella remolona que no quiere irse a dormir. 

O tal vez baje mi vista hacia el tejido que distrae mi mente atribulada; 

Para enredar en sus puntos, 

esos jirones de amor que todos nos guardamos, pero que son para dar.

Y quizás también, en este pequeño viaje por lo simple, 

pueda descubrir que el tiempo no importa.

Que pase o que siga, o se quede a compartir, si tiene ganas.

Que no me va a encontrar sino aferrada a la vida: 

con mis lanas y mis lápices y mis fotografías de papel.