martes, 19 de octubre de 2010

Otoño

El otoño que amo vino otra vez, como siempre.
Pero se llevó entres sus ocres hojas,
el color de las mejillas de mi abuela.
E inevitablemente, cada rama dorada,
cada árbol de incendiado color,
van a recordarme cada año,
que me ha dejado, al menos por ahora.
El murmullo de seca música del viento
dormirá en mi memoria todo el año,
Hasta que como por arte de magia,
la estación de los cobres se aproxime.
Y aquí estaré buscándola un poco,
en cada atardecer dorado, en cada plaza;
porque ahora ella es parte de todo,
como lo es el otoño, con sus hojas
y sus veredas rosadas.

Mayo de 1997

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