jueves, 13 de septiembre de 2018

Savia en mi interior.


Semilla. 
Lluvia. 
Tierra húmeda.
Solo una simple receta natural.

Nací cerca de un árbol ya mayor.
Como es la costumbre. 

El pájaro se alimenta en sus ramas y desde su pequeñez, deja caer la semilla abonada. 
Como partícipe necesario del milagro. 

Y en tanto las estaciones se suceden, voy creciendo en busca de la luz. 
Con el propósito de alcanzar un día, el cielo azul. 

Y mientras muta mi tallo a tronco, 
mis brotes a flores y a frutos; 
me abrazo cada vez mas a la tierra amiga. 

Ella atrapa mis raíces y entrelazados, 
hacemos frente a los vendavales. 

Lloramos juntos cuando llueve. 
La abrigo con rojos y ocres en otoño.
Me nutre de calidez en invierno.
En primavera, 
el piar de pichones despierta la savia en mi interior. 
Y en verano, 
le regalo sombra fresca mientras sacia mi sed.

Disfruto cada momento. 

Porque sé que llegara el día en que venga el hombre y nos separe sin remordimiento. 

Tierra, pájaro, raíz, tronco, naturaleza: 
ya no seremos uno. 

Solo un pedazo de un viejo rompecabezas.

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