sábado, 19 de febrero de 2011

Seguridad, Divino Tesoro. Primera Parte.

No voy a transitar el camino del diario matutino, ni del vespertino ni el de los canales de noticias... No es que no me importe. Me importa y mucho. Pero lo que hoy me trae hasta el papel virtual es la seguridad. No estoy desvariando. La inseguridad trae seguridad, aunque parezca un juego de palabras. De eso se trata esta reflexión. Y la seguridad, definitivamente cuesta cara. En todo sentido.
 Cuando pude comprar mi primera casa, una pequeña por cierto, fui a parar al viejo barrio norteño de Olivos. Digo viejo, porque en mi cuadra, todas las casas estaban, en general, en un estado deplorable. Incluso la mía. Construida en la parte trasera de una destartalada casona tipo inglesa, ocupando lo que fuera su viejo jardín. Mi casa era vieja, pero muy cálida. Después de algunos arreglos quedó finalmente habitable. Estos son datos solamente de color y para poner en autos al lector desprevenido, que puede pensar que en Olivos hay solo “mansiones, caserones, o como decía Mariana Nannis, “castillos”.
En ese entonces los robos no eran cosa de todos los días. Pero religiosamente y por las dudas,  debíamos pagar a la seguridad privada, que consistía, en un hombre dentro de una casilla en la esquina, para que vigilara. No sé a ciencia cierta qué vigilaba. En general no conocíamos ni la cara del guardia. Y en general, era una persona mayor. Esto hacía que me preguntara a diario, de qué o quién,  nos iba a defender tal personaje.  
La leyenda decía que si no pagabas la seguridad, tu casa seguro era robada,  porque quedaba marcada. Mafia? No quisimos probar.
Más, una tarde de sábado, se acercó a mi puerta, la del fondo, como ya les relaté, una “viejecita”(al mejor estilo “tale” o cuento de chicos). La tal viejita venía de parte de la policía de la zona. Acabáramos! me dije, menos mal que no traía una manzana roja y una canasta! Pero sigo. Escuchen bien: me pidió una “colaboración”… a lo cual le contesté,  con mi rebeldía habitual, que en ese momento no tenía. No pude salir de mi asombro por varios días, cuando me dijo con su tierna vocecita: “Yo te diría que para el mes que viene colabores con algo, porque vos sabes, acá en tu casa están todo el día solas tu hija con la chica…” Wow! Menazame!? De más está decir que al mes siguiente “colaboré”, como la viejecita, la policía y la patria me lo demandaron!!!
Nunca fuimos robados en Olivos, pero definitivamente la “seguridad” nos salía cara: pagábamos a la privada de la esquina y “colaborábamos” mensualmente con la policía.
Moraleja: más te vale pagar!

1 comentario:

  1. Maria, en nuestra querida Argentina todo es mas caro por la falta de.
    Prepaga: por no tener un buen sistema de salud
    Educacion: por las carencias pedagogicas, de infraestructura y hasta de vocación.
    Seguridad: suficiente con tu Blog.
    Alquileres: deficit habitacional.
    y la lista es infinita...Beso

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