domingo, 6 de noviembre de 2016

Rio manso

Como un silencio enorme se desato en mi pecho,
fundiéndose mi alma como las velas hinchadas.

Y el viento se hizo canto y fue despertando amarras
en una danza infinita, del barco con el agua.

Entonces los sentidos desataron sus manos.
Henchidos, suspirando por ese rio manso.

Y el sol se hizo enorme, fue dorando gaviotas pero 
con caricias tiernas, las nubes caprichosas.

Entonces las miradas cobraron vida propia; 
brillantes, aleteando por ese río manso.

Y con cada nudo surcado, un sinfín de sensaciones 
envolvían el alma de la tarde.

Entonces nuestras risas se hicieron ecos vagos, 
corriendo sin descanso, por ese río manso.

Y las luces se hicieron amigas de las sombras, y 
como si nada importara, jugaban escondidas.

Entonces la tarde se fue volviendo noche al tiempo 
que el reflejo se apagaba, por ese rio manso.

Y casi sin querer ni darnos cuenta, llegamos con el 
corazón abierto, al puerto que esperaba.

El surco de la espuma se fue esfumando entonces, 
como un suspiro final y desaparecido por ese rio 
manso.

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